lunes, agosto 09, 2004

Pasa la vida, corriendo rápida por mi calle, mírala como se escurre entre los autos, pasa a mi lado y yo trato de pedirle la hora, y solo me queda un sabor a que lo que ella me ha dicho por hora era un tratado para no fallecer al primer cambio de semáforo, increíblemente no tomo conciencia, paso a caminar con el temple firme, mientras todos hablan a mi alrededor, cuchicheando sus pesadillas y sus desventuras, mas allá hablan de la hermosa velada que tuvieron la noche anterior o de que los olímpicos empezaran próximamente, acelero el paso y ese gran abrazo que da la ignorancia me da de lleno, cayendo suave como una pluma en el retazo que me queda de percepción, lento, seguro de mi mismo, de la ausencia de ideas mientras un cuerpo pesado cae bajo la ley de la gravitación, carne, sangre y pensamientos se unen en la pesada carga que soy ante los ojos de los transeúntes, mírame, estoy soñando, esto no esta pasando, solo es una vieja representación de un atropello, lento, eso es cierto, los ojos no se cierran, no entiendo, sigue mi cuerpo cayendo a un pasado que acaba de terminar y el futuro empieza a decirme las buenas gracias y un seguro adiós, me vuelvo un recuerdo, eso es como todo empieza a funcionar, como la melancolía empieza a dar sus primeros pasos, ya soy un creador, un pequeño dios en movimiento, creando un mundo sin mi, un dios silencioso que todo lo vera, eso creerán mis personajes, los otros que estuvieron a mi lado, lloraran mi ausencia y me rezaran, no es acaso lo que se les hace a los dioses?
Pero que importa eso, yo aun no termino de pensar mis argumentos, solo esta este silencio perpetuo que no para de hablar, su voz es la ausencia de todo lo que fui y lo que seré, la voz de la tragedia que se halla en los otros y no en mi, porque yo seré eso, una ausencia mas, una triste anécdota para la comida de las dos, o será para la cena de las ocho? Yo aun no tengo determinado eso, la tristeza será cuestión de ponerle grados de dramatismo, pero eso estará determinado por los segundos que faltan para que mi cuerpo abrace a las piedras del pavimento, aquellas que otros pisaron y se volvieron parte de sus historias, hoy algunas de ellas me acompañaran al anfiteatro, una que otra ira mas allá conmigo, será la fiel compañera en un largo viaje al olvido.


Yo no sé cómo empezar...
Tiendo a romper mis sueños
Con el pesado cuerpo de tu ausencia.